13 julio, 2008

En la nada otra vez

Estoy seguro de que ha pasado mucho tiempo desde el momento nefasto en que puse un pie afuera de la sala. Me quedé ahí, en un rincón, tiritando como un cobarde, como un sujeto condenado a pena capital. Mis ojos no se cerraban, abiertos en pánico, y me sujetaba la cabeza con las manos temblorosas. Seguramente me dormí, extenuado, en algún momento. Lo último que recuerdo de esa vez, es que miraba mis rodillas.

Cuando abrí los ojos, la sala había sufrido un cambio. No solo la puerta estaba cerrada tal como antes, sino que había vuelto a ser la antigua sala en que fui encerrado. No había ventana, la espuma del suelo, las paredes, el techo parecía brillar. Las frases grabadas seguían ahí, pero las que estaban borrosas había desaparecido antes de que yo alcanzara a recomponerlas. Reconozco que en un primer momento no pensé absolutamente nada. Lo único que se movía en un rincón de mi mente (sea lo que sea mi mente...), era una sensación: el alivio que Ella siente cuando despierta de un sueño y ve que no es verdad.
Lo segundo fue acordarme que mis sensaciones, hasta hace poco, eran lleno y vacío. Fin. Pero ahora, ese alivio no se parecía a ninguna de las dos, y no podía asociarlo a nada más que la imagen del escalofriante pasillo con ventanales mirando a la noche.
Me paseé un poco. Di unas cuantas vueltas, no estaba atado ni nada. Esperé, entonces, que Ella viniera y me explicara como otras veces.
Pero no llegó.
Esperé mucho, mucho tiempo. Quizás días, la verdad no sé. Lentamente fui regresando a mi estado inicial de rebeldía e inquietud, pero ahora era diferente: no quería salir, no quería poner los pies afuera. Quería una explicación. ¿Cómo se atrevió a abrirme la puerta, así, sin decirme nada? ¿Sin avisar? Después de lo mucho que añoraba eso, había ocurrido, había pasado, y ahora no existía más que el silencio y la duda flotando.
Desesperado, me acordé de los entes encerrados en otras habitaciones. Al menos, el mocoso o lo que fuera con boca sucia que estaba en la sala del lado. Me acerqué a la espuma, pegué la boca a ella y grité.
- ¡OYE TÚ! ¿ME ESCUCHAS? ¡CONTÉSTAMEEE!
Nada. Si golpeaba la espuma sería inútil, no haría ningún ruido. La apreté para ver la densidad. No se sentía nada sólido, ni hundiéndola con toda la fuerza de mi brazo.
Las paredes eran ahora, quizás, el doble de gruesas, y ningún sonido se filtraba del exterior.
- ¡MALDITA SEA!
Lancé un grito destemplado. Ahora sentía rabia, algo que un ser como yo, no necesitaría sentir. Al menos, hasta hace un tiempo. Todo había vuelto a la normalidad, a como era en un principio, cuando recién fui traído aquí...menos yo. ¿De qué diablos sirve que todo vuelva a ser como antes, si yo cambié? ¿Por qué no me devolvió a mí también a como solía ser? ¿O es que no puede?
Golpeé la puerta con furia, hasta cansarme. Los puños se deslizaron por el frío metal, y caí de rodillas. Debo haberme dormido otra vez en ese momento.

- No pudiste...
Tenía los ojos cerrados, pero el blanco eterno de mi sala penetraba a través de mis párpados, y me parecía no tenerlos pegados. ¿Es un sueño?...No, espera...yo no sueño...
- Me defraudaste, fallaste, te di tu oportunidad... era lo correcto, me convenciste de que era lo correcto...
Me senté bruscamente.
- ¿E...eres tú?
- Sí. Y tú eres un inepto.
Estaba sorprendido. Esa voz fría no me había insultado más de la cuenta en el pasado. Pero eso no importaba nada en el momento.
- ¡Explícame! ¿Qué pasó? ¿Por qué abriste la puerta?
- ¿Explicarte? - una risa corta y sin atisbos de encontrar graciosa la situación retumbó en la habitación- A ti, explicarte... pero qué imbécil eres...
- ¿Qué pasa?
- Pasa que un cierto individuo fue dejado en libertad, para hacerse cargo de lo que tiene que atender. Insistió, insistió que tenía que hacerlo, y cuando le abren la puerta, vuelve y se encoge como un perrito en un rincón, se afiebra y grita, y deja la abertura ahí, sin ningún cuidado. Pasa que entonces se arma un caos, pasa que entonces tengo que venir y cerrar la puerta, cerrar ventanas, cerrar todo, porque tu debilidad echó a perder absolutamente to-do. Screwed up. Así de simple.
- Pero...pero no entiendo... no me dijiste nada... no apareciste...
Me sentía tan intimidado, que ni la seguridad de seguir encerrado podía calmar mi inquietud en ese momento. Su voz no traspasaba la puerta, como antes. Parecía, más bien, retumbar por toda la habitación.
- En la medida en que te doy libertad- dijo Ella, de pronto- pierdo la mía. La parte de mí que está fuera de las celdas es la que tiene el control actual. Te abrí la puerta porque me convenciste de que tú harías mejor el trabajo que yo, que yo merecía estar encerrada y tú afuera. Abrí tu puerta, y las demás. Esperé, para entrar y encerrarme. En el momento en que me encerraran, inmediatamente se reprimiría mi ser completo, hasta el punto que mis acciones no pasaría más allá de lo que tú permitieras, mi voz sería lo único que, en casos particulares, podría alcanzarte. Pero tú...¡tenías que cagarlo todo!
Un montón de cosas pasaron por mi mente en ese momento. Mi memoria está reprimida por estas paredes, de las que no puedo desprenderme. Estuve a punto de ser libre, y todo habría tenido sentido. Ella me encerró. Ella me hizo olvidar. Ella...Ella me odia...
- Pese a que fue un caos- su voz seguía retumbando, aunque me estaba costando trabajo oírla- ahora casi te lo agradezco. Fui realmente muy estúpida. Me dejé intimidar por mi propia conciencia, y estuve a punto de entregarle a un ser tan voluble mi pobre vida. En serio, te felicito por tu cobardía. Ahora sé que no debo darte ni un respiro. Te escucharé sólo cuando me seas útil, no te permitiré alterar nada de mí. Nada. No te dejaré hablar con los demás en ningún caso. Mereces estar ahí. Para eso naciste, cuando te encontré llevabas años susurrándome en los oídos, y todo había ido bien. Pero en algún momento quisiste pasarte del límite, y fuiste encerrado. Mi conciencia infantil te encerró, ¿no es lindo? Y ahora... pudiste salir pero no lo hiciste. Entonces, en conclusión, cada quien está donde debe estar. La vida es tan sabia...
Dio un suspiro melodramático, y luego empezó a reirse.
De verdad quise decir algo, pero no se me ocurrió nada. El eco de su risa se fue desvaneciendo. Cuando ella quisiera hablar, volvería, pero ahora no tenía cómo saber cuándo, cómo, sobre qué. Toda mi influencia está bloqueada, y en ese momento sentí... sentí el más grande vacío hasta el momento. Pero la diferencia, es que esta vez Ella no lo sintió junto conmigo. Estaba sólo yo.
Sigo aquí, no me ha preguntado nada. Me parece que está muy ocupada. Solíamos comentar mucho que cuando tienes mucho que hacer, no te cuestionas nada. Por eso yo traté de ocuparme en algo que no me hiciera pensar. Pero ahora que mi marcador había sido llevado, no tengo nada más que hacer que pensar... y todos mis pensamientos son deprimentes y vacíos... me hacen sentir un montón de cosas que no entiendo, que eran propias de Ella... ¿esto era la "tristeza", "soledad" de la que solía reirme?
- Perdóname...
Cada día de cautiverio pasa sin que me dé cuenta, donde mire están las paredes blancas de siempre. Si no me han vuelto loco es porque tienen las frases que las diferencian unas de otras...
- Perdóname...
Ese eco se repite en mi cabeza una y otra vez... ¿yo, YO disculparme?...

Debí preguntarle algo ese día... debí peguntarle...
- ¿Volverás, verdad?

2 comentarios:

paula dijo...

me ENCANTÓOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

サユ ♥ dijo...

Escribe maaas!!!!!!!!
no se ke escribir! tu conciencia me da ... pena ! no se ke mas...
asi ke escribe !!!!