04 abril, 2008

¿Li...bertad?

Hace tanto tiempo que estaba tranquilo en mi sala, que estaba perdiendo mi conciencia. Había una especie de tormenta entre los corredores, y un día, se calmó súbitamente.
Sé que ella tiene un poco de miedo, me ha contado algunas cosas a través de la puerta, pero la noto mejor. Quizás no encuentra lo que busca aún, pero me ha dicho que recobró el valor de seguir y bla, bla, bla. Todos esos sentimentalismos que, aunque me aburren un poco, escucho con total paciencia.
Uno de estos días, la escuchaba hablar desde el otro lado de la puerta, mientras me entretenía remarcando con el "candente" (así le puse al fierrito de punta ardiendo, que tiene forma de lima...el encierro quita el miedo al ridículo) todas aquellas frases que se estaban borrando de las paredes. Es una costumbre que tomé últimamente, me hace sentir...útil... y me hace olvidar, aunque sea unos segundos, que tengo mil preguntas sin respuesta dentro de mí.
Entonces ella me dijo:
- Creo que tenías algo de razón cuando decías que tú merecías más ser el "YO" que...yo.
- ¿Ah?- fue mi gran respuesta, porque estaba distraído y su oración me sorprendió. Repuesto, atiné a preguntarle: -¿y cuándo dije eso?
- Hum...no es que lo dijeras... pero siempre lo supe. Tú entiendes, ¿no?
- Claro- dije, dejando en el suelo mi herramienta y estirándome un poco. La verdad creí entender que se refería a eso de adivinarnos mutuamente los pensamientos, pero no es un tema que me guste particularmente discutir, así que lo dejé estar. Tomé el candente y lo restregué un poco en el suelo para sacarle la espuma pegada.
- Eso que te regalé... veo que lo estás usando bastante, ¿eh?- dijo ella, en tono de pregunta casual.
- Sí, me distrae.
- ¿Crees...que tenga algo que ver con lo que me ha pasado?
- Defíneme qué es exactamente lo que te ha pasado... contigo me pierdo un poco.
- ¿Perderte?...Caradura...
- Hey...
En un rato se fue. Nuestra conversación relajada no fue distinta de otros días; concilié nuevamente un sueño tranquilo, incluso aunque la ventana estuviera iluminada (sólo ha oscurecido dos o tres veces desde que fue creada... tengo mis interpretaciones al respecto).
Pero entonces ocurrió. Desperté, asustado, por un chirrido poco común. Entendí que lo había oído el día en que fui encerrado: eran las bisagras de mi puerta. Me senté, temblando, y sentí un sudor frío recorrer mis sienes.
Esperé un rato a ver si ocurría algo, pero nada. Aún sin poder calmarme, me puse de pie lentamente. Las luces de mi sala estaban apagadas, y con la exigua luz proveniente de mi minúscula ventana, pude ver que la puerta estaba...estaba...entreabierta.
Ahora mi temblor era más por emoción que por sorpresa o miedo. Me acerqué lentamente a la puerta. Mil pensamientos pasaron por mi mente: puerta abierta, Dios, no recuerdo qué hay afuera, estará ella atrás, por qué no hay luz, dónde dejé mi candente, oh Dios... noté que invoqué muchas veces a Dios ¿desde cuándo yo creo siquiera en él? Ella es la creyente ingenua... me arrepentí de haber notado eso, me hizo sentir aún más vulnerable.
Toqué la puerta fría. La tiré hacia mí. Abrí. Miré el pasillo: no veía nada. Pude ver el letrero con el 9, que era lo único que recordaba del exterior, y que se había caído tantas veces. Puse, dudando, un pie afuera, como si el suelo del exterior fuera a quemarme la planta. Un paso, otro paso...
Estaba afuera. Las ventanas del pasillo eran amplias, pero afuera había noche cerrada. Miré hacia mi sala: la pequeña ventanita rebosaba luz. ¿Qué diablos significa eso?
Muchas puertas, cada una con su número correspondiente, están alineadas mirando de frente a las ventanas. A cada lado del pasillo, pude notar que el corredor dobla; las esquinas estaban sumidas en oscuridad. Iba a acercarme a la ventana para mirar afuera, pero me atacó un pensamiento:

"Estoy Solo"

Solo. En mi sala siempre estaba solo, ella nunca entra, pero...las paredes...mi cajita me protegía.
Me puse a temblar violentamente, y volví corriendo a mi sala. Me senté, con los ojos abiertos y sin poder enfocar mis propias rodillas; las manos me sudaban y estaban heladas, los pensamientos se agolpaban. Las letras incandecentes de las paredes bailaban ante mis ojos... y la puerta entreabierta, con sus sombras acechándome desde afuera...quedó abierta.

1 comentario:

Tigu dijo...

sera q todos le tememos a los cambios?... io q juraba q el inconicente no sufre de miedo

algo q me gustaria entender es lo de la luz en la ventana y la oscuridad en le pasillo?... no me gusta inferir XD