09 diciembre, 2007

Paz

He estado estos días sumido en profundas reflexiones, hablando con ella sólo a ratos, y escuchando el silencio que se ha vuelto a producir.
Esto a causa de que, desde que los días de agitación pasaron, el soez personaje de la sala de al lado se ha calmado y sólo ha tenido unos arranques de cólera que he podido escuchar.
No me he atrevido a hablarle, creo que estar encerrado me ha acobardado.

Nuevamente culpo al encierro de algo negativo en mí.

Pude observar que desde que ella no se ve expuesta a presión del exterior, o a estar dentro de la masa, el sujeto éste no es capaz de dominarla. Sí, porque pude entender que ella le ha encerrado por miedo a que él se apodere de su mente. Cuando él se pone a gritar, ella grita más fuerte, y unas sensaciones extrañas la recorren, como si quisiera agarrar algo cortopunzante y acabar con el calvo que tiene al frente o la mujer que le ha dado un codazo.
Son sensaciones tan peligrosas, que me transmiten un miedo implacable que viene directamente de ella, y claro, yo soy quien recibe lo malo, así que me encojo en un rincón y espero que pase, como si de temblores se tratara.

No he podido parar de preguntarme si ella me encerró también a mí por algo así, y yo no me acuerdo. Tampoco me he atrevido a preguntárselo, aunque sé que ella sabe que la duda me está corroyendo.
Puede ser bastante cruel a veces.

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